Crónica Viaje a Cádiz


Crónica Viaje a Cádiz

Miércoles 22:00h. de la noche, una hora más tarde de lo previsto, y tras esperar a los más rezagados, partimos rumbo a tierras andaluzas. Una vez todos a bordo, cargamos los mejores víveres posibles: palomitas, chocolate, chucherías, patatas, alcohol, entre otras muchas “guarradas” y es que un largo viaje nos esperaba. A ritmo de buena música -esa que no suele escucharse por la radio- iba transcurriendo el viaje, en el que solo se paraba para repostar el vehículo y vaciar nuestros depósitos donde la naturaleza nos lo permitiera. Durante la noche, los integrantes más jóvenes escuchaban de los mayores historias y batallitas del mundillo, toda una clase magistral para no dormirse. 


La oscuridad no dejaba ver los parajes naturales que nos ofrecían las diferentes provincias y comunidades que íbamos cruzando -aunque alguno, poco iba a ver con la sobada que llevaba-. El sol empezaba a aparecer, y a primera hora de la mañana llegábamos a nuestro primer destino, San Fernando. Algo más de las 7 de la mañana, y a ritmo -mejor dicho, a trueno- de pyro despertamos a un miembro de nuestro Grupo que ahora se aloja allí. Tras darle tiempo a que abriera los ojos y ante la atenta mirada de medio vecindario -con cara de pocos amigos, por el gran estruendo- buscamos algún lugar donde poder desayunar. Todo estaba cerrado, y en las calles todavía quedaban restos de la fiesta de Halloween. Encontramos un PUB - cerrado también- en el que nos hicimos fotos al ritmo de los petardos -8 de la mañana-, mientras la gente mayor que pasaba por allí nos preguntaban si éramos de un barrio llamado Camposoto o si veníamos de Halloween.


Seguimos nuestra marcha, un buen rato caminando visitando la ciudad y sus monumentos: la plaza del pueblo, el tranvía que nunca pasa -donde algún que otro mayor nos explicaba su historia-... y, insistentes, encontramos una pequeña churrería en la que poder resguardarnos del frío y descansar un poco. Menudo desayuno, nos hartamos de churros -¡dos kilos!-, eso sí, unos churros más finos que el dedo meñique.


Con el estómago a punto, partimos hacia el Bahía Sur -no es la playa, es un estadio-, donde nos esperaban nuestros amigos de Orgullo Isleño, seguidores del San Fernando que milita en 2B. Un gran grupo humano, con la misma filosofía que nosotros -apoliticismo ante todo-, y por ello llevamos ya muchos años de amistad, reflejados en viajes -tanto de ellos a tierras catalanas como nosotros a tierras andaluzas- así como los añorados Torneos Hinchadas -que esperamos que pronto se recuperen-. Ejerciendo de grandes anfitriones, los isleños nos enseñaron su estadio y nos invitaron a comer -una paella buenísima que se hizo esperar un poco-. Mientras esperábamos, las jarras de cerveza no pararon de llenarse y vaciarse, y conforme pasaba la mañana se iban iniciando los cánticos ante el asombro de los transeúntes que por allí paseaban -“quienes narices son estos locos cantando un jueves en San Fernando”- debieron pensar. Mientras los jóvenes la liaban en la terraza del bar, algunos mayores -los conductores- aprovecharon para echarse una pequeña siesta apoyados en la barra.


Y a las 15h por fin tuvimos la esperada paella, ayudamos a colocar las mesas para poder estar todos juntos y nos pusimos manos a la obra para dejar grano en el plato -mientras se servían los platos, de nuevo más cánticos-.


Para acabar la fiesta, y tras darle las gracias a nuestros hermanos del sur, hicimos foto de familia con una pancarta mítica pintada a mano de la PJE’91. 


Sobre las 17 teníamos planeado a ir hacia Cádiz en tren, pero cuando nos dispusimos a marchar la policía nos paró para saludarnos y explicarnos que querían venir con nosotros al estadio -invitados por sorpresa. Así que partimos todos juntos hacia la estación, una vez allí y ante la atenta mirada de los amables agentes tuvimos que comprar los billetes, aunque más de uno pasó como Pedro por su casa -y es que parece ser que había oferta 2x1-. Al llegar a Cádiz entramos directamente al estadio, que quedaba justo enfrente de la estación -eso sí, en el corto trayecto, retumbaron nuestros cánticos-.


Ya dentro, los típicos cacheos para cotillear lo que llevamos, también quisieron ver cada una de las banderas que llevábamos -maldito protocolo- Subimos las escaleras y las rampas...por fin llegamos a la zona alta del estadio Ramón de Carranza. Un estadio que desde fuera parece grande pero en realidad es más pequeño. Colgamos una a una nuestras pancartas, algunos miembros hasta tuvieron que hacer de “Castellers” para que nuestra pancarta más mítica pudiera lucir en lo más alto de Cádiz.


Más tarde fuimos al bar donde sorprendentemente una cerveza sin alcohol valía 1,5€ y un agua 1€ -a ver si Aramark toma nota-. A las 18:30h saltaron los jugadores al terreno de juego, se situaron en el campo y nada más rodar el balón nos metieron el primer gol -el partido empezaba de la peor forma posible-. Pese a eso, nosotros, como hemos hecho siempre, no paramos de animar, y cantamos aún más fuerte intentando dar fuerzas a nuestro equipo -una alineación, por cierto, plagada de “no habituales” y de debutantes-. En el minuto 36 por fin llegó la alegría, con el gol de Javi Puado que empató momentáneamente la eliminatoria. Pero esa alegría fue efímera y poco nos duró, ya que en el minuto 41 el Cádiz se volvía a poner por delante en el marcador. Y así llegábamos al descanso, donde después de largas negociaciones con los steward nos dejaron ir al WC y sobretodo a nuestro lugar favorito, el bar -no confundir con var-.

En la segunda parte, sobre el terreno de juego no sucedió nada, pero nosotros teníamos la fiesta en la grada, ya que sin camiseta y cantando como locos nos lo pasamos en grande. El partido acabó con 2-1 y con la obligación del Espanyol de resolver ese destrozo en el partido de vuelta, al menos los jugadores agradecieron el apoyo de los valientes desplazados que entre semana nos habíamos hecho más de 2.000 kilómetros para irlos a apoyar. Por cierto, mencionar la presencia de pericos del sur y algún particular perico.


Una vez finalizado el encuentro, y tras reternos una hora en el estadio, nos dejaron marcharnos de nuevo para la RENFE mientras algunos insistían en querer saludarnos -eso sí, a través de cartas dentro de la botella, a lo marinero- Al final, la policía nos dejó algún souvenir de Cádiz - tipo calcomanía- y nos volvimos en tren de nuevo a la ciudad de Camarón. Ya allí cogímos de nuevo carretera y, tras una breve parada para cenar en Jerez, pusimos rumbo a Barcelona.

Las horas iban pasando factura y la mayoría iban cayendo rendidos del sueño y del cansancio, incluso más de un piloto no podía aguantar y pedía el cambio -canvi a l’Espanyol…- Menos mal que tuvimos un héroe que se ofreció voluntario a conducir todo el trayecto, porque sino, igual seguíamos por ahí durmiendo en alguna carretera. Tras amanecer, y esquivando radares, sobre las 8:30h de la mañana llegamos al templo, y después de una breve limpieza del vehículo, nos despedimos rápidamente ya que algunos tenían que incorporarse a sus respectivos trabajos -no podían llegar tarde-. Pero, pese a todo, viajes locos como estos valen la pena por y para nuestro glorioso RCDE.

Esperamos darle la vuelta a la eliminatoria y pasar a la siguiente ronda. Pues pueden plantearse más viajes locos como este.

Desde estas líneas queremos agradecer el trato a nuestros amigos de Orgullo Isleño 1994, así como desearle suerte a su club en su andadura por la 2B. Esperamos vernos de nuevo pronto y decirles que ya saben que en Barcelona tienen su casa para cuando quieran y deseen. 




AVANTI PJE. 

Socio: 140

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